Risoterapia para la Gran Edad: ríe más y vivirás mejor
¿Sabías que el riesgo de sufrir depresión es del 34% en la vejez? En edades tempranas, el ser humano ríe de media de 300 veces al día. Un sano hábito que desciende con los años, hasta las 60 ocasiones diarias. ¿Por qué sucede este fenómeno y cómo podemos combatirlo?
Víctor Pérez Dávila, psicólogo especializado en psicogeriatría en Ronda de Dalt Residencial, investigó los pros y contras de esta terapia en ancianos y no dudó en adaptarla a los residentes del centro. Aplicada a la Gran Edad, término utilizado por el Residencial para referirse a este estadio vital, se convierte en una actividad altamente beneficiosa para luchar contra la depresión, la apatía y el deterioro cognitivo sin contraindicaciones observadas, tornándose una óptima herramienta psicoterapéutica complementaria.
La risa, entendida a nivel social como muestra de desinhibición, se asocia a la ausencia de preocupaciones e incluso a la ignorancia. Lejos de interpretarse como una actitud vulgar o carente de seriedad, en realidad la persona que ríe demuestra una mayor inteligencia emocional. Al mismo tiempo, mejora su salud. Para ello, hablamos de las tres esferas que definen la calidad de vida: física, psicológica y social. Todas ellas contempladas bajo las dinámicas que se aplican en la risoterapia.
Bienestar físico, psicológico y social
A nivel físico, la risa favorece la distensión de los músculos de la columna vertebral, relajando especialmente las cervicales. También es una aliada contra la hipertensión, por su capacidad demostrada para aumentar el calibre de los vasos sanguíneos. Por otro lado, activa el lagrimal al producirse una limpieza orgánica del ojo. Sin embargo, una de sus utilidades menos conocidas es la de ampliar la capacidad pulmonar: además de mejorar la respiración con el movimiento diafragmático, con cada carcajada se duplica la capacidad de oxigenación de los pulmones, que pueden llegar a introducir hasta 12 litros de aire.
En el plano psicológico, la bioquímica confirma el potencial de la risoterapia. “La risa aumenta la producción de endorfinas en el cerebro, las llamadas hormonas de la felicidad, con un potencial analgésico que genera una sensación de felicidad y bienestar”, adelanta el equipo de psicólogos de Ronda de Dalt Residencial. Más allá de las hormonas de la risa, esta actividad “limita la producción de cortisol, neurotransmisor asociado al estrés, y favorece la liberación de dopamina, estimulando funciones cognitivas como la memoria, el aprendizaje o la atención”, concluyen los expertos.
Por último, la risoterapia permite la exteriorización del estado de ánimo, lo que mejora de forma automática la dimensión social. Aunque es posible realizar esta terapia de forma individual, recomendamos realizar esta actividad de forma grupal para mejorar de una forma más directa la autoestima, las capacidades comunicativas y las relaciones interpersonales. Con todo, se reduce al mismo tiempo la sensación de soledad. Aplicándolo al modelo de Atención Centrada en la Persona y las Unidades de Convivencia, ayuda a generar comodidad y sentimiento de pertenencia en el grupo. Es por esto que se recomienda contar con una veintena de integrantes como máximo. En el caso de RD, el equipo auxiliar se sumó a la actividad, lo que permitió afianzar el vínculo entre cuidadores y residentes.
¿Dónde y cómo surge la risoterapia?
Hace más de 4.000 años en el antiguo Imperio Chino existían templos donde acudían grupos de personas para reírse con la finalidad de equilibrar la salud, sin respaldo científico que explicara las razones de esta tradición.
No fue hasta 1972 cuando el médico norteamericano Hunter Doherty Adams, más conocido como 'Patch Adams', creyera en la risa como método curativo. Habiendo comprobado los múltiples efectos positivos del humor como paciente en una institución de salud mental en su adolescencia, estudió Medicina y convirtió esta actividad en terapia en el instituto que él mismo fundó, además de plasmar su teoría en el libro Gesundheit: Good health is a Laughing Matter. Como dato anecdótico, en el año 1998 se estrenaría la película Patch Adams, una biografía del padre de la risoterapia con Robin Williams como protagonista.
El desarrollo de una sesión
Lejos de la simplicidad con la que pueda percibirse la risa, la sesión debe ser planteada como cualquier otra terapia, es decir, ha de contar con una introducción, un desarrollo y un cierre. En el caso concreto de la risoterapia, durante la primera fase debe darse la bienvenida al grupo, explicar el funcionamiento de la actividad y los beneficios de su aplicación. También debe tener cabida la exposición de las expectativas y los acontecimientos que sucederán. Lo más importante es que la persona se sienta libre para reír o no reír, sin sensación de ridículo.
Como la risa suele llamar a la puerta cuando el cerebro recibe estímulos positivos, es importante realizar una serie de ejercicios de relajación muscular, provocando una distensión física que prepará al organismo para lo que acontecerá. De esta forma, se consigue que haya una predisposición emocional para reír, ya sea voluntaria o involuntariamente. Comenzamos con estimulación lingual-bucodental, vocalización y estiramientos simples. Es aquí donde empiezan a aparecer las primeras risas nerviosas.
Terminada la relajación, nos adentramos en el grueso de la actividad con ejercicios de promoción de la risa de forma gradual. En RD esta fase comenzó con muecas, trabalenguas, refranes, juegos de mímica por parejas y juegos de grupo. En uno de ellos, emulando una orquesta de la risa, los residentes debían cambiar las vocales con las que reían, un ejercicio que conoce y recomienda especialmente el risoterapeuta Menahem Belity. ¿Sabías que cada risa tiene sus propios beneficios?
- La A beneficia el sistema digestivo y genital con “ja”
- La E favorece la función hepática y de la vesícula biliar con “je”
- La I se centra en la tiroides y la circulación con “ji”
- La O el sistema nervioso cerebral y el riego cerebral con “jo”
- La U mejora la función respiratoria con “ju”
Antes de finalizar la sesión con estiramientos y ejercicios de respiración para devolver la calma al organismo y estabilizar las pulsaciones, llegó la hora del último juego en base a los puntos de referencia “proa”, “popa”“babor” y “estribor”. Así, estimulamos la capacidad de coordinación y la memoria e incluso la proactividad, aspectos que interesa especialmente trabajar en la Tercera Edad. Después de más de media hora, y unidos como una auténtica tripulación, conseguimos llevar nuestro barco a buen puerto: la risa.